¿En qué novela te gustaría vivir? Esa es la pregunta que El País realiza esta semana a diferentes escritores con motivo de la Feria del Libro de Madrid. En el vídeo de hoy, el escritor cubano Leonardo Padura nos habla de un fragmento de El Guardián entre el Centeno en el que Holden Caulfield, el joven protagonista, se pregunta dónde irán los patos de Central Park cuando el agua se congela. Probablemente, todo el que haya leído la novela de Salinger recuerde esos párrafos, por triviales que parezcan. Y he pensado que muchos de mis momentos literarios favoritos se corresponden con fragmentos que, a priori, no merecerían incluirse en una antología memorable.
Así de golpe, se me ocurren un par de ejemplos. La Montaña Mágica, de Thomas Mann. Hans Cartop, el protagonista, siendo aún muy niño, observa cómo su abuelo pincha varios pedazos de carne, verdura y patatas y se los mete en la boca; comprende entonces que él también será capaz en un futuro próximo de comer con un tenedor.
Segundo ejemplo. Rey, Dama, Valet, de Vladimir Nabokov. Una mujer bosteza en un tren; el protagonista, sentado frente a ella, capta ese momento indecoroso mientras recorre con la mirada sus dientes y el cielo de su boca.
Como una cosa lleva siempre a la otra, y más cuando nos adentramos en laberintos literarios, me ha venido a la mente un reciente artículo de Enrique Vila-Matas que transcribe una pregunta que se hizo el crítico Robin Seymour tras leer un relato de Saul Bellow.
"¿Cuáles son los días de nuestra vida que no olvidamos y por qué los recordamos siempre?"
Así de golpe, se me ocurren un par de ejemplos. La Montaña Mágica, de Thomas Mann. Hans Cartop, el protagonista, siendo aún muy niño, observa cómo su abuelo pincha varios pedazos de carne, verdura y patatas y se los mete en la boca; comprende entonces que él también será capaz en un futuro próximo de comer con un tenedor.
Segundo ejemplo. Rey, Dama, Valet, de Vladimir Nabokov. Una mujer bosteza en un tren; el protagonista, sentado frente a ella, capta ese momento indecoroso mientras recorre con la mirada sus dientes y el cielo de su boca.
Como una cosa lleva siempre a la otra, y más cuando nos adentramos en laberintos literarios, me ha venido a la mente un reciente artículo de Enrique Vila-Matas que transcribe una pregunta que se hizo el crítico Robin Seymour tras leer un relato de Saul Bellow.
"¿Cuáles son los días de nuestra vida que no olvidamos y por qué los recordamos siempre?"
Pulsa aquí para ver el vídeo de Leonardo Padura.
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