Pido perdón por adelantado a los amantes de los aforismos y de la brevedad en general. Hoy traemos una perla algo más ancha de lo acostumbrado. También más espléndida.
El fragmento que ofrecemos pertenece a la novela Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato, uno de los escritores más fascinantes del siglo XX. Esta descripcion debería ser estudiada en todas los colegios y universidades del mundo, y grabada a cincel en las aulas de literatura. Una bellísimo retrato del anochecer en un parque de Buenos Aires.
"Melancólicamente imaginaba a Bruno en aquel viejo parque, con la luz crepuscular demorándose sobre las modestas estatuas, sobre los pensativos leones de bronce, sobre los senderos cubiertos de hojas blandamente muertas. A esa hora en que comienzan a oírse los pequeños murmullos, en que los grandes ruidos se van retirando, como se apagan las conversaciones demasiado fuertes en la habitación de un moribundo; y entonces, el rumor de la fuente, los pasos de un hombre que se aleja, el gorjeo de los pájaros que no terminan de acomodarse en sus nidos, el lejano grito de un niño, comienzan a notarse con extraña gravedad. Un misterioso acontecimiento se produce en esos momentos: anochece. Y todo es diferente: los árboles, los bancos, los jubilados que encienden alguna fogata con hojas secas, la sirena de un barco en la Dársena Sur, el distante eco de la ciudad. Esa hora en que todo entra en una existencia más profunda y enigmática. Y también más temible, para los seres solitarios que a esa hora permanecen callados y pensativos en los bancos de las plazas y parques de Buenos Aires."
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