Hoy se ha alcanzado un nuevo y -en mi opinión- absurdo récord en el mercado del arte. Un grupo de compradores ha pagado más de 120 millones de dolares por una de las cuatro versiones de El Grito, del pintor noruego Edward Munch. Supera así el antiguo récord del Desnudo, hojas verdes y busto, de Picasso, que apenas superó los 106 millones de dólares. Pintada(s) a finales del siglo XIX, esta obra representa una de las cimas del arte moderno. Plasma de manera directa la angustia existencial del ser humano, una angustia casi abstracta, de no ser por la aburrida pareja que al final del puente camina ajena a la desesperación del hombre contemporáneo. Una angustia que procede del miedo, o de las injusticias. A mí se me ocurren más de diez razones para gritar, y a vosotros seguro que se os ocurren otras tantas. O más... muchas más. ¿Por qué merece la pena gritar?
El tío dibuja muy bien
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